18 de julio de 2006

EL MISTERIO DEL HUNDIMIENTO DEL "TITANIC"

El hundimiento en 1912 del trasatlántico más grande jamás construido por el hombre ha sido considerado como una de las catástrofes que, sin lugar a dudas, más marcó a la sociedad del siglo XX. Sin embargo, son desconocidas la serie de extrañas circunstancias que rodearon una tragedia sin precedentes.

La acumulación de misteriosas coincidencias, el insólito comportamiento de algunos pasajeros y lo absurdo de su hundimiento han servido para rodear la leyenda del Titanic de una aureola de misterio, que aún lo envuelve...

...Tras años de dura competencia, la compañía naviera White Star Line lograba colocarse por delante de su directa rival, la Cunard, contando en su flota con los barcos más modernos del mundo, que aunaban lujo, vanguardia, tecnología y seguridad. La obsesión de su dueño, el financiero multimillonario J. P. Morgan, iba por fin a hacerse realidad: cubrir la travesía Southampton-Nueva York en siete días. Para ello disponía de tres maravillas flotantes: el Olimpic, el Britania y el Titanic.

...Al igual que sus hermanos, este último fue construido en los astilleros de Belfast, en las costas irlandess. Era el barco más grande del mundo, concebido para atravesar las vastas planicies oceánicas con el máximo confort, y sólo apto para las clases pudientes de la época, que pagaron enormes sumas de dinero por viajar en aquel buque supuestamente insumergible.

...El 10 de abril de 1912, el Titanic zarpaba de los muelles de Southampton con 2,227 pasajeros a bordo, ante la admiración de una muchedumbre de curiosos que contemplaban atónitos como aquella mole de acero se alejaba majestuosamente del puerto.

...Al poco de partir, la tragedia daría su primer aviso: un barco sin rumbo aparente estuvo a punto de colisionar con el Titanic. Un pequeño sobresalto que enseguida fue olvidado, pues se estaba a bordo de un coloso insumergible.

...El veterano capitán Edward Smith estaba eufórico. Sobre él había recaído el privilegio de realizar su última travesía comandando el buque más grandioso del planeta. Era el premio a sus veinticinco años de servicio en la White Star sin sufrir percance alguno. Nada hacía presagiar que aquel viaje fuera a enturbiar tan magnífica trayectoria profesional.

...Ademas, por si su experiencia no constituía de por sí suficiente garantía, contaba con una tripulación de jóvenes y capacitados oficiales, entre los que destacaba por méritos propios el primer oficial William M. Murdoch, un eficiente marino de tan solo 27 años, al que el destino había reservado el papel de fatídico protagonista en la trágica historia.

...Llevaban cinco días de apacible viaje. Entre los incidentes apenas dignos de mención figuraba la incomprensible desaparición de los prismáticos que alguien sustrajo de la cruceta de vigilancia, para desesperación del joven Reginald Lee. Por su parte, John George Phillips, el radiotelegrafista, atendía con evidente desgana los avisos de peligro que con frecuencia enviaban los barcos que navegaban por la zona; a pocas millas de donde se encontraban se había detectado un inmenso banco de hielo del que se desprendían numerosos icebergs, algunos de los cuales se hallaba en la ruta que estaba siguiendo el Titanic. Tal vez por un exceso de confianza en la resistencia del buque, la tripulación hizo caso omiso de tales mensajes, manteniendo el rumbo sin reducir la velocidad, entre los 22 y 24 nudos. Y así siguieron, pese a la persistencia de los inquietantes comunicados. El último de ellos lo envió el California y Phillips, harto de tanta insistencia, contestó desairadamente: "Calla, calla. Tengo mucho trabajo".

...Como una confirmación de que los telegramas enviados eran innecesariamente alarmistas, el cielo se despejó con la llegada de la noche y una cantidad de estrellas llenó de reflejos la superficie del agua, insólitamente tranquila.

...Poco antes de medianoche, la sombra de una inmensa masa de hielo interrumpió la rutinaria guardia de los vigías. Cuando fue visto, el iceberg se dirigía irremisiblemente contra la proa de la nave y ya se encontraba a poco más de 500 metros. Era demasiado tarde. En el puente de mando, ante la ausencia del capitán Smith, el primer oficial Murdoch ordenó parar las máquinas e iniciar la maniobra de retroceso, una decisión sospechosamente descabellada para un barco de semejante tonelaje. El impacto no se hizo esperar y con un fuerte fragor de metal desgarrado, el iceberg abrió una brecha en el casco del Titanic, permitiendo la entrada de 450 toneladas de agua por minuto. Algo después, Murdoch, consciente de la tragedia que había desencadenado, se quitó la vida, descerrajándose un tiro en la sien.

...El constructor del barco, Thomas Andrews, avisó raudamente al capitán de la terrible situación; el daño era irreparable y el barco se iba a pique. El viejo lobo de mar, sorprendido y confuso, sólo pudo decir: "Pero si no puede hundirse, si es insumergible...".

...Los veinte botes de salvamento fueron arriados, pero la mayoría partieron prácticamente vacíos. Los pasajeros consideraron más cabal permanecer a bordo de una nave seriamente dañada, pero al fin y al cabo "insumergible", que embarcarse en los frágiles salvavidas. Estaban equivocados. El Titanic, la efímera gloria de una época decadente, se hundió completamente a las dos horas y cuarenta minutos de haber colisionado con el bloque de hielo, a 600 millas de Terranova, llevando consigo las vidas de 1,622 infelices que se precipitaron a las frías profundidades del océano, víctimas de un sueño maldito.

...Muchos son los enigmas que rodean este desastre. Podría decirse que estuvo marcado por el infortunio incluso antes de ser construido, como si su nombre aparejase una maldición presentida por muchos, en algún caso con una precisión pasmosa.

...El afamado periodista William Thomas Stead fue uno de los que previó el naufragio del Titanic con meridiana claridad. De hecho, en uno de sus escritos de 1892, veinte años antes del suceso, describió la colisión de un gran buque con un témpano de hielo. En la desesperación del hundimiento, los tripulantes del mismo fueron socorridos por el Majestic, un barco que realmente existía por aquellos días, y que surcaba los mares capitaneado, casualidad, por Edward Smith, a la sazón el primer y último capitán del Titanic. Stead falleció en el hundimiento el 15 de abril de 1912. Su intuición no pareció evitar que su nombre apareciese en la lista de finados.

....Pero las visiones del trágico acontecimiento no cesaron ahí. Seis años después, en 1898, el viejo marinero y escritor Morgan Robertson, narró en su novela Futility, con precisión de detalles, el naufragio que se produciría catorce años más tarde. La exactitud de los datos que ofreció es tal que multitud de investigadores han concluido que Robertson se adelantó a su tiempo estando en trance -no en vano allegados a éste sabían de sus facultades mediúmnicas-, observando los terribles acontecimientos que se desarrollaron aquella noche primaveral.El protagonista de la novela es un trasatlántico llamado Titán, nombre etimológicamente idéntico al de Titanic. El número de hélices que llevaba cada barco coincidía: tres en total. El Titanic desplazaba 66,000 toneladas frente a las 70,000 del Titán. El primero medía 882 pies, mientras que el protagonista de la novela 800. La diferencia entre el número de pasajeros también resultaba inapreciable: 2,227 en el Titanic y 2,177 en el Titán. Pero las coincidencias no finalizaban aquí. La velocidad de crucero de ambos era de 24-25 nudos. En su viaje inaugural, el Titán también zarpaba de Southamptom, un día del mes de abril y se hundía a 400 millas de Terranova (200 millas menos que el auténtico) a los cinco días, tras colisionar con un iceberg, tal y como le ocurriera al Titanic. Para finalizar con este misterioso cúmulo de coincidencias, el número de supervivientes variaba en tan sólo cien personas.

...¿Cómo era posible que catorce años antes un novelista norteamericano poco conocido relatara con tal cantidad de datos y detalles reales el naufragio de un barco que por aquel entonces ni siquiera era un proyecto?. Aunque algunas de las cancelaciones de billetes son explicables por diversas causas, el factor premonitor no conviene ser desechado en otras. Llevados por un impulso irracional, varios pasajeros anularon su reserva pocos días antes de la partida; otros se negaron a embarcar en el último momento, pese a lo costoso de los pasajes.

...Resulta increíble, por ejemplo, que el propio dueño de la naviera White Star, J. P. Morgan, que acostumbraba a viajar en todas y cada una de las travesías inaugurales de sus barcos, se negara rotundamente y sin razón aparente a embarcar en el primer trayecto que realizaba el estandarte de su compañía, el mejor barco del momento.

...Otro caso que no deja de ser inquietante es el de lord Gird, el máximo mandatario de la Harland & Wolff, empresa constructora de grandes buques de cuyos astilleros en Belfast había salido el Titanic. Al igual que Morgan, también se negó a partir en la mayor obra de su vida profesional, cuando usualmente solía hacerlo en los paquebotes que construía.

...Pero quizás el suceso más llamativo lo protagonizó el acaudalado matrimonio Wanderbrigth. El mayordomo y el ama de llaves que les acompañaban habían llegado antes a los camarotes de primera clase con el propósito de acondicionar el elevado número de maletas y baúles que sus señores portaban. Sin embargo, diez minutos antes de que el barco zarpara decidieron renunciar a sus billetes, abandonando equipaje y sirvientes sin dar explicación alguna ni avisar a estos últimos de la incomprensible decisión que habían tomado, de forma tan inesperada como emocionalmente imperiosa.

...Nadie en aquellos momentos había encontrado justificados tales impulsos; en otro trasatlántico quizá, pero no en el Titanic, cuya garantía de invulnerabilidad era tal que, antes las preguntas medrosas de una pasajera, un marinero respondió sin titubeo alguno: "Ni Dios mismo podría hundir este barco".

...Cuando el capitán Smith fue informado de la gravedad de la situación ordenó inmediatamente anviar el mensaje de socroo C.Q.D. a los barcos que se encontraban cefcanos al lugar. Al no obtener respuesta alguna, el segundo telegrafista, Harold Bride, decidió poner en práctica la nueva señal S.O.S. (Save Our Souls, "salvad nuestras almas") para ver si por fin hallaban respuesta a su dramática petición de ayuda. Fue la primera vez que se empleó esta llamada de socorro, y también la última para el Titanic.

...Y una vez más, el infortunio. El barco poseía tres telégrafos de señales en diferentes zonas del mismo. Cuando se lanzó la señal de auxilio, los tres siguieron marcando a la vez avanti un tercio, por lo que el Titanic continuó su marcha y los botes fueron arriados con el transatlántico en movimiento.

...Consultados algunos expertos en el tema, señalan que es realmente extraño que un capitán experimentado como Smith u otro cualquiera ordene arriar los botes con el barco en movimiento. Además, para colmo de males, los buques que captaron el S.O.S. se desplazaron al punto exacto desde el que éste fue emitido, mientras que el Titanic, al seguir su recorrido, se encontraba ya a 25 kilómetros de allí.

...Pese a todo, el Carpathia, curiosamente el buque insignia de la compañía rival, la Cunard, localizó la situación del accidentado y acudió a socorrerle. Demasiado tarde para muchos, entre ellos los músicos del Titanic, que hasta el momento en que se inició el viaje habían actuado como la mejor banda de todas las rutas oceánicas bajo la batuta de Henry Hartley, precisamente en el citado Carpathia. Ninguno pudo ser salvado por su antigua embarcación. Cuando el agua llegaba ya a la cubierta, en la enorme y lujosa sala Luis XV, Thomas Andrews, ingeniero constructor del Titanic, aguardaba resignado el momento de su muerte. Era sabedor de que en cierto modo había creado su propio ataúd, y con la mirada perdida contemplaba un enorme cuadro que presidía la estancia. En la base del mismo, una macabra predicción titulaba la obra de arte de la siguiente manera: El paso al Nuevo Mundo.

...Coincidencias, casualidades, ironías del destino.

... Lo cierto es que el naufragio de ese mítico buque dejó tras de sí una larga lista de preguntas sin respuesta: ¿Por qué, pese a los siete avisos de extremo peligro recibidos por la cabina del radiotelégrafo, la velocidad del Titanic no descendió en ningún momento? ¿Cómo es posible que de un lugar de tan difícil acceso como la cruceta de vigilancia desaparecieran los prismáticos, indispensables para el vigía, hasta el punto de que al carecer de ellos no pudo detectar el supuesto iceberg a tiempo? ¿Por qué un marino tan experto como el primer oficial Murdoch decidió realizar una maniobra suicida, estos es, invertir la marcha de las hélices en un barco de singulares características? ¿Cómo pudo permanecer el Titanic por espacio de 25 kilómetros en posición avanti un tercio en sus tres telégrafos de señales, después de que el Capitán ordenara arriar los botes? ¿A qué se debieron las extrañas anulaciones y la navegación a embarcar de personajes importantes en los momentos previos a a la partida del barco? ¿Cómo es posible que un novelista norteamericano describiera en forma tan fiel y detallada el hundimiento del trasatlántico catorce años antes de producirse?

...A esto hay que añadir la aparición de supervivientes, como Edith Haisman o el matrimonio Harrigan, que en ningún momento existieron en las meticulosas listas oficiales que elaboró la White Star, lo que es tanto como decir que, pese a haber salvado sus vidas durante el naufragio, tales personas \"jamás\" viajaron en el Titanic. ¿Cómo es posible tal circunstancia?

...En los últimos instantes el destino quiso ser benévolo y la quilla del barco, que hasta ese momento permanecía completamente vertical al agua, realizó un giro de 180°, evitando así que los supervivientes, en los botes de salvamento, contemplaran el dantesco espectáculo que se avecinaba. Cientos de desgraciados permanecían en la parte más salientes del Titanic a la espera de ser precipitados a las profundas fosas abísmales. Con su horrible muerte se consumó una maldición que ha dejado multitud de preguntas sin respuesta; un misterio que permanece vivo, a casi 4,000 metros de profundidad..El estibador de carga y descarga Frank Pretit declaró, en el juicio que siguió al hundimiento, que él había estado cargando material dinerario, gran cantidad de lingotes de oro y plata, en los amplios departamentos estancos del Titanic. El Banco de Inglaterra selló por espacio de cien años los registros de dichos transportes reconvertibles en valor de cambio, caso del oro y la plata. Por consiguiente, hasta el año 2010 no se sabrá la naturaleza del cargamento. La hipótesis que circuló con más fuerza en torno a este asunto, era que tal cantidad de metales preciosos correspondían al pago de armamento que Inglaterra hacía a los Estados Unidos de América. Recordemos que en esa época Europa cicía los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial y que, incluso, se ha planteado la posibilidad de que el Titanic fuera, en realidad torpedeado por un submarino germano o que hubiera una bomba de gran potencia en los compartimentos estancos del buque.Los medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de la sensacional noticia: el barco más grande jamás construido, el insumergible Titanic, yacía a casi cuatro mil metros de profundidad.

...Ello explicaría por qué las expediciones que en los últimos años han intentado llegar al barco siniestrado han concluido que la enorme grieta provocada por el iceberg jamás existió. En su lugar se han hallado cinco círculos de casi 50 centímetros cada uno bajo la línea de flotación del barco. Con que tan sólo uno de ellos estuviera sobre dicha línea, posiblemente el Titanic se hubiera salvado. ¿Un iceberg inteligente? permita el lector que la duda sobrevuele este punto. Además, de producirse el sabotaje, qué mejor que en las gélidas aguas de Terranova, allí donde, dada la profundidad de las mismas, sería imposible con la tecnología de la época dilucidar las causas del hundimiento. Habrían de pasar 85 años para corroborar este extremo, y para entonces, los verdaderos motivos poco iban a importar ya...

No hay comentarios.: